Media superior: una reformulación desde el escritorio

 



“Ninguna otra época ha conocido una
libertad individual y de masas como la
experimentada por nuestra juventud.
Sin embargo, a este nueva libertad no
corresponde promesa alguna sobre su porvenir.
La vieja generación ha abandonado su
papel educativo entregando a nuestros hijos,
como consecuencia, una libertad fatalmente mutilada.
La apremiante oferta de nuevas sensaciones
se ha multiplicado casi para compensar la
dramática ausencia de perspectivas en la vida.”

M. Recalcati

En este texto pretendo realizar un análisis breve y crítico del documento “Lineamientos para la elaboración del Plan de Mejora Continua” emitido en el 2022 por la Secretaría de Educación Pública para las escuelas de nivel medio superior pertenecientes al subsistema correspondiente. Los cambios en los últimos años han representado una revolución completa. Se ha renovado mucho de lo que se venía realizando en la historia de este nivel educativo. Sin alterar la esencia del nivel preparatorio, se han considerado algunas dificultades que complicaban la funcionalidad y logística interna desde, incluso, lo administrativo. Al procurar resolver y al tratar de hermanar el marco curricular con el propuesto por la Nueva Escuela Mexicana, se han suscitado otras problemáticas que se espera se puedan ir resolviendo con el paso del tiempo.

Uno de los problemas, por ejemplo, era el relacionado con las asignaturas que se cursaban en cada uno de los subsistemas que integran al de la Educación Media Superior, pues hay vigentes 200 programas aproximadamente para los diferentes tipos y enfoques de los institutos. Esto representaba un obstáculo para la movilidad estudiantil, pues fácilmente podían perder lo ya cursado los estudiantes que cambiaban de institución.

La propuesta de un marco curricular común colabora con la solución de esta problemática, pero ha puesto sobre la mesa otra: el ajuste interno de cada institución y de sus docentes para la impartición de las materias.

Este es uno de los tantos problemas a los que se pretende atender a través del PMC. Este plan es una herramienta para trazar la ruta de mejora del plantel con durabilidad de un año (dos semestres). Es un proceso de planeación participativa, fruto del trabajo colegiado, en el que se espera que se involucren tanto directivos, como docentes, alumnos y padres de familia.

    Abarca siete categorías relevantes para una educación de excelencia con calidad y amplia cobertura:

I.     Procesos para el desarrollo académico y el aprendizaje

II.    Gestión y administración escolar

III.  Indicadores académicos

IV. Proyectos educativos transversales para la equidad y el bienestar

V.   Desarrollo socioemocional

VI. Seguridad, atención y prevención de la violencia en la escuela

VII.  Seguimiento de egresados

    El PMC se elabora a partir de la consulta y del diálogo. Se parte de un diagnóstico en el que se detectan fortalezas y áreas de oportunidad. A partir de los resultados se delinean las acciones que se llevarán a cabo. Dentro de la estructura del PMC, estas acciones se traducen en metas y en el documento se identifican cada una (meta con sus acciones) responsables, tiempos y evidencias. Se parte entonces de la condiciones actuales del plantel con la intención de generar acciones que contribuyan a la mejora del servicio educativo.

    En cuanto al análisis de los lineamientos de la propuesta hay algunas cuestiones que quisiera puntualizar. En primer lugar, el documento  revisado señala como indicadores académicos a los siguientes:

·         Abandono escolar

·         Aprobación

·         Eficiencia terminal

·         Crecimiento de la matrícula

·         Indicadores de logro (PLANEA, piloto)

            Este documento menciona que los tres primeros indicadores están interrelacionados y que están vinculados al desempeño docente. Por supuesto que de la manera en que el docente imparta sus clases, será que logre la atención y el beneplácito de sus alumnos. En la edad en la que se encuentran los estudiantes de este nivel y por sus características psicológicas del desarrollo, la atención y el aprendizaje se vinculan con la personalidad del docente, más que con sus estrategias para llevar a cabo las clases. Esto bien puede ser así. Sin embargo, no estoy de acuerdo con que se considere al docente responsable del abandono escolar (es que se aburría el estudiante), de la aprobación (no entiende porque no le interesa y no pone atención) y la eficiencia terminal.

            Lo que urge revisar y redefinir es el contenido curricular de este nivel educativo. ¿Acaso alguien considera que un adolescente puede interesarse en conocer los oxiácidos y las oxisales y saber cómo es su nomenclatura? ¿Alguien puede darle argumentos a un chico de bachillerato para que comprenda lo importante de aprender estos conocimientos? ¿Por qué no están aprendiendo en la escuela nociones básicas de mecánica automotriz, por ejemplo, de electricidad, de cocina, de carpintería, de permacultura, de computación? Estos últimos son aprendizajes útiles, que pueden ayudarlos a vivir solos, a resolver situaciones reales, a ser útiles. El problema no está en cómo imparte su materia el docente (claro que siempre hay quien lo arruina todo con su falta de vocación) sino en el contenido curricular del bachillerato en sí. No está hecho para muchachos de entre 15 y 18 años. No les sirve de nada lo que estudian. Si acaso para aprobar el examen universitario. ¿No sería mejor redefinir el ingreso a la universidad?

            Un asunto importante también es que en tres años no se logra el arraigo a la escuela. Sería considerable unificar en un solo nivel la secundaria y el bachillerato para que los alumnos alcancen a vincularse afectivamente al espacio y de esta manera ponerse la camiseta y participar en actividades comunitarias sintiendo que representan a su institución. Esto es relevante en la adolescencia, etapa en la que se vive consiguiendo de prestado personalidades en la búsqueda de la propia. El programa actual para este nivel entiende la excelencia académica como el logro de los aprendizajes, el desarrollo del pensamiento crítico y el fortalecimiento de los lazos entre escuela y comunidad. ¿Cómo alcanzas la excelencia definida así si tus estudiantes no están arraigados a tu institución ni están aprendiendo conocimientos relevantes o útiles? Usan todo menos el pensamiento crítico para aprobar sus materias.

            Por otro lado, en el PMC se pretende involucrar a los padres de familia lo cual también considero un grave error. Los padres estamos invadiendo mucho de la vida privada de los adolescentes en un intento de “cuidarlos” y estamos descuidando el acompañamiento en las áreas necesarias para formar a los próximos adultos. Es relevante abrirles espacios de intimidad, de privacidad SIN LA MIRADA DE LOS PADRES. Abrir la escuela a sus padres colabora con la persecución que hacen algunos a sus hijos. Habría que estudiar más a fondo que ha llevado a los adolescentes en la actualidad a aumentar los índices de suicidios. Es posible que los estemos asfixiando. Dejemos las escuelas para los directivos, docentes y alumnos e invitemos a los padres solamente cuando haga falta para el seguimiento de algún alumno.

            En cuanto al desarrollo socioemocional, la implementación de asambleas con base en grupo operativo puede ser una excelente opción para acompañarlos en el ensayo de sus relaciones sociales camino a la adultez, lejos de las aburridas sesiones expositivas en las que se pretende concientizarlos acerca de los riesgos y las responsabilidades que acechan sus vidas.

            En cuanto al control administrativo que promueve o genera el PMC es importante señalar que la idea es buena, sin embargo, en la realidad no es funcional que se obligue a todos los planteles a cuadrarse con el mismo formato, luego tan rígido como el que se expone en el material revisado. Es como con las planeaciones de los docentes: qué importante es que se le permita a cada uno definir el formato de la suya. Así debería permitirse a cada plantel definir su propia manera de construir su PMC. Luego la autoridad educativa les solicita un primer informe entre octubre y noviembre y un segundo informe entre enero y marzo, así como actas de academia. Esto me parece mal planteado, pues el trabajo por semestres no permite en la realidad este tipo de actividades, apenas da tiempo de dar clase, revisar trabajos y calificar. A veces no hay ni docentes asignados. La vida al interior de una institución educativa nunca se parece a lo que se imaginaron los funcionarios en su oficina que sería.

            Se propone que se diseñe un sistema en el que se visite los centros escolares para dar seguimiento sin cargar más a quienes están al frente de la batalla atendiendo alumnos y padres de familia. Sin embargo, para evitar que se burocratice como con los supervisores del nivel básico, habría que diseñar bien las estrategias de seguimiento y clarificar las funciones de estos “visitadores”.

            Para cerrar quiero decir que estas estrategias como el PMC siempre suenan bien desde un escritorio alejadas de la realidad al interior de las escuelas. Para que realmente se vuelvan funcionales tendrían que estar diseñadas desde la propia institución y sin estar sometidas al escrutinio de otras autoridades. La vida en las instituciones de educación media superior es compleja, los semestres no alcanzan, los muchachos no están interesados, las ideas son buenas, pero el tiempo es insuficiente. Hace falta una buena revisión y redefinición tanto de la secundaria como del bachillerato. La unificación de estos dos niveles y el cambio en el currículum podría ser una buena alternativa. Pero entonces estamos ante un sistema burocratizado en el que los docentes ya están asignados a determinadas actividades y que implicaría un cambio, incluso, en sus prestaciones laborales. Se vuelve una labor titánica, casi imposible, intentar hacer mejor las cosas por nuestros estudiantes.

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