Una reflexión sobre Piaget

 







“(…) el discurso por el cual se justifica
sólo proviene de una conciencia
crítica del hombre.”
M. Foucault

Desde que Jean Piaget presentó los fundamentos y los resultados de su trabajo, hubo una revolución en la conceptualización tanto del conocimiento como término relacionado con la incorporación de saberes en el cerebro humano, como de la educación referida al proceso de enseñanza-aprendizaje.

            El trabajo de Piaget estuvo enfocado en su totalidad a conocer cómo aprendemos los seres humanos. Partiendo de la idea de que un sujeto nace con ciertas habilidades (muy limitadas en los primeros meses) y capacidades (especialmente motoras) y luego tenemos al adulto con todo un bagaje de ideas intelectuales, de nociones sobre el mundo, que constituyen uno o diversos conocimientos (dependiendo cómo queramos utilizar este término), Piaget se dispuso a investigar cómo se transita de ese punto A (el recién nacido) a ese punto B (el adulto con conocimiento) enfocándose en conocer cómo se construye en el ser humano este conocimiento a partir de aquellas habilidades y capacidades con que cualquier individuo comienza su vida.

            Es por ello, que la teoría piagetiana es una teoría epistemológica y genética, pues estudia la construcción del conocimiento en el cerebro humano durante el desarrollo. Piaget establece como aspecto esencial de este cuerpo teórico a la interacción del sujeto con el objeto. Esto ha llevado a ciertas confusiones, pues se le ha pretendido catalogar como empirista (el conocimiento está en el objeto) o como innatista (el conocimiento está en el sujeto) y él insistió una y otra vez en que el conocimiento era una construcción resultante de la acción que ejerce el sujeto sobre los objetos. El eje de los postulados piagetianos está en la acción, misma que es estudiada en su relación con los resultados que se observan en los conocimientos que construye el sujeto.

            Piaget descubrió en estas investigaciones algunos conceptos que podríamos considerar como los “invariantes” de su teoría: los esquemas, la asimilación y la acomodación, como los principales en la construcción del conocimiento. Los esquemas se refieren a la manera en que el sujeto estructura tanto el conocimiento que se obtiene en la interacción con los objetos como las habilidades y capacidades que se tienen para interaccionar. Esto nos lleva a otra propuesta fundamental de Piaget y que son los estadios.

            Los estadios son las etapas por las que el sujeto atraviesa durante su desarrollo cognitivo o de la inteligencia y que se caracterizan por la prevalencia de esquemas particulares en cada momento de este desarrollo. Son cuatro etapas (etapa sensoriomotora, etapa preoperacional, etapa de las operaciones concretas y etapa de las operaciones formales), cada una con sus características particulares en cuanto a las posibilidades del sujeto para aprehender el mundo que lo rodea como al resultado de las operaciones que realizan en su acción sobre los objetos que se encuentran en ese mundo tanto social como material.

            Cuando un individuo establece un primer vínculo con un objeto o situación nueva, lo primero que intentará será reproducir las operaciones que integran el esquema preponderante o particular de la etapa del desarrollo en que se encuentra para conocer lo nuevo que ha llegado y procurará, a partir de aplicar estas operaciones, asimilar el objeto a las formas de conocimiento previas. A este proceso Piaget lo llamó asimilación y se ejemplifica muy bien cuando se solicita a un pequeño de tres años, por ejemplo, que reproduzca una imagen de un triángulo que se le muestra y el niño dibuja, por lo general, la forma del cuadrado (figura que ya ha aprendido-conocido anteriormente) y le agrega unos picos para lograr un parecido con el triángulo que se le muestra como modelo. Está tratando de incorporar la figura nueva en las que ya conoce.

            Siguiendo este mismo ejemplo, cuando el niño es capaz de reestructurar (deconstruir y reconstruir) lo que ya sabía de las figuras para integrar el triángulo y ser capaz de agregarlo a sus conocimientos, estamos hablando de acomodación, otro concepto esencial en Piaget, pues este proceso de acomodación es el que va determinando la transición entre un estadio y otro.

            En el ámbito educativo se ha tomado la idea del constructivismo para diseñar un modelo de aprendizaje basado en dos aspectos básicos: que el alumno opere sobre los objetos (materiales o intelectuales) del contenido que se pretende enseñar o transmitir y que este contenido resulte, en primer lugar, atractivo para el estudiante y así este pueda sentirse motivado para construir el aprendizaje.

            En este sentido, estoy en completo acuerdo con Delval en su texto “Hoy todos son constructivistas” de 2001 (este texto puede encontrarse en nuestro grupo de Facebook  https://www.facebook.com/groups/tesauro.educacionlibre). Delval es uno de los principales estudiosos de la teoría de Piaget, quien hace una muy interesante aclaración con respecto a la “superficialidad” de esta aplicación del constructivismo piagetiano a la educación, pues lo de Piaget no es un modelo de enseñanza-aprendizaje, sino una teoría explicativa de cómo construimos el conocimiento. Su aplicación en la educación suele estar cargada incluso de contradicciones, pues como el autor señala, aún en los procesos de enseñanza meramente transmisivos, los sujetos construyen algo (por lo menos algunas palabras nuevas, aun cuando no haya comprensión de su significado, están construyendo la pronunciación de las mismas).

            En conclusión, el trabajo de Piaget es sumamente interesante, pero no está desarrollado para el ámbito educativo; se inscribe en el universo de la psicología evolutiva. Traspolarlo a la práctica docente requiere de un análisis crítico y profundo de su teoría.

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